Francisca González
Estamos entrando a una revolución que está cambiando de manera fundamental la forma de vivir, trabajar y relacionarnos los unos con los otros. Tanto en la escala, alcance y complejidad, la cuarta revolución industrial no se parece a nada que la humanidad haya experimentado antes (Schwab, 2017). La tecnología crece de manera exponencial trayendo consigo grandes avances y beneficios.
El avance que experimenta en la actualidad la inteligencia artificial y la medicina son impresionantes, surgen constantemente nuevas opciones de atención en la industria de los servicios de salud a través de portales, consultas remotas, registros médicos personales electrónicos, robots quirúrgicos y dispositivos portátiles que permitan administrar tratamientos médicos a demanda (Pombo, 2018). Estos avances tecnológicos nos permiten entregar mejores herramientas de salud a un menor costo y llevar medicina de calidad donde jamás a estado. ¿pero hasta que punto los avances en la medicina son éticos? Planteo a continuación dos aspectos de la cuarta revolución industrial que nos dejan material para pensar y reflexionar.
En primer lugar, debemos pensar en el avance de la inteligencia artificial y la falta de contacto real entre humanos. Este tipo de tecnología avanza rápidamente, la inteligencia artificial ya es capaz de detectar manchas cancerígenas en la piel o leer radiografías, pero también es capaz de “detectar patrones en la forma en la que hablamos y escribimos mensajes para detectar los primeros signos de depresión y el riesgo de suicidio. Chatbots amigables entrenados en conceptos de terapia cognitivo conductual están ayudando a personas que no tienen tiempo o recursos para recibir ayuda profesional” (Pombo, 2018, pág 38), esta idea se enfoca en que las personas se abren más fácilmente con maquinas que con personas porque estas no nos juzgan.
Pero ¿Qué pasa, por ejemplo, si el chatbot aprende un comportamiento maligno o poco ético de nosotros? ¿Qué pasa con la relación con el otro y la empatía? Si bien esta tecnología puede ayudar a miles de personas en el mundo, no podemos relegarle a las maquinas una actividad totalmente humana y de cierta forma comenzar a dar por perdido un lado más ameno del ser humano, no podemos dejar de lado el contacto humano y la importancia de la empatía en momentos de creciente desigualdad. Además, se debe pensar esto también desde la lógica de la perdida de puestos de trabajo significativos, sobre todos aquellos que se realizan con menos capacitación. Es por tanto, que si bien debemos abrazar los avances tecnológicos en esta área, como por ejemplo los que permiten que ciertos servicios lleguen a zonas alejadas, no debemos dejar que la inteligencia artificial nos quite lo intrínsecamente humano, trabajos que son además realizados mayormente por mujeres, tales como psicólogas, terapeutas, coaches, enfermeras y otras proveedoras de servicios de salud.
La 10ª edición del informe mundial 2015 sobre la brecha de género del Foro Económico Mundial reveló que, al ritmo actual de progreso, se necesitarán otros 118 años antes de alcanzar la paridad económica de género en todo el mundo (Schwab, 2014). Dentro de esta lógica, enmarcada en la revolución digital, debemos repensar el trabajo de las mujeres y buscar formulas para llegar a la paridad antes del 2.133, tal vez poniendo foco en prepáranos no solo para ser grandes programadores o creativos, sino también realizar trabajos “con amor”.
Como segundo punto a reflexionar en cuanto a la relación entre medicina y los asombrosos avances tecnológicos actuales provocados por la cuarta revolución industrial, desde la biotecnología hasta la inteligencia artificial, están redefiniendo lo que significa ser ser humano. “Están empujando los umbrales actuales de la longevidad, la salud, la cognición y las capacidades de un modo que antes estaba reservado a la ciencia ficción” (Schwab, 2014, pág. 87). Existen personas que transforman los genes de los chanchos para que “produzcan” órganos compatibles con el cuerpo humano, personas que “vacían” sus recuerdos en robots que son capaces de interactuar con personas para vivir por siempre y miles de inventos más. Pero ¿Hasta donde es correcto diseñar a los hijos para que no tengan enfermedades congénitas o algún rasgo físico? ¿Está bien curar enfermedades y lesiones, pero hasta que punto nos transformamos en seres humanos mejores? ¿Confiamos más en el diagnostico de un computador con inteligencia artificial de primera línea o el doctor de toda la vida que nos conoce y nos “siente”?
Creo que debemos tomarnos seriamente estos cuestionamientos éticos y reflexionar hasta donde abrazamos los avances tecnológicos, ya que nos entregan beneficios jamás pensados, pero también nos quitan tareas que hasta el momento eran 100% humanas, las cuales se basan en la confianza y la empatía, rompiendo los limites de las pasadas revoluciones. Debemos hacernos la pregunta de ¿hasta que punto? Y no solo reflexionar, sino poder crear leyes o políticas publicas que nos enrielen en este nuevo camino y sean capaces de ponernos limites a la vez.
Por ultimo, comparto esta tedtalk sobre avances revolucionarios en la medicina, la preservación de la memoria y una historia que me hizo pensar ¿hasta donde vamos a llegar?
Bibliografía
Pombo, C. (2018) Servicios sociales para ciudadanos digitales: oportunidades para América Latina y el Caribe. Banco Interamericano del Desarrollo.
Schwab, K. (2017). The Fourth Industrial Revolution. London: Penguin Random House.
Cuando empecé a leer el artículo pensé “sí, tiene toda la razón”, es verdad que estamos inmersos en un nuevo tipo de sociedad caracterizada por una constante creación y re-creación de inventos y tecnologías. Sin embargo, al adentrarme en la lectura, me llamó la atención cómo introdujiste el tema del género y la desigualdad laboral entre hombres y mujeres. En este sentido, considero que en efecto, debiese existir una postura más crítica y reflexiva entorno a las nuevas tecnologías que se introducen en el trabajo, específicamente en los ámbitos que mencionas.
Por un lado, creo que se vuelve preocupante el cómo las tecnologías podrían reducir los puestos de las mujeres en el mercado laboral, pero asimismo, me surge la idea de que, si en efecto se reducen esos puestos a los que la mujeres “han estado más presente y que son de tacto”, podría darse la oportunidad a que éstas puedan acceder a otros puestos de trabajo que no estén asociados al rol de la “mujer”. Es decir, el mismo cierre de los trabajos podría permitir o dar lugar, al aumento del interés de la mujer hacia otras áreas, no solo respecto a algo tangible como lo es un puesto de trabajo, sino como efectivamente una expansión sobre sus áreas de interés (como la ingeniería y las ciencias, entre otros).
Muy interesante tu artículo y creo que es muy necesario tomar un rol crítico sobre las nuevas tecnologías. Saludos!
Gracias por tu comentario Consuelo!
Creo al igual que tu que un rol un poco mas crítico es necesario en las cuestiones sobre genero y trabajo, y por sobre todo, nosotros como futuros sociólogos deberíamos preocuparnos y ocuparnos de políticas publicas u otras iniciativas que animen a la sociedad a abrir puestos de trabajo clasificados como típicamente para hombres e incentivar a las mujeres a buscar nuevos caminos. No nos olvidemos también de los trabajos del “amor” u otros que irán surgiendo en esta cuarta revolución, y espero sean equitativos para todas y todos.
saludos!
Gracias por el artículo, es muy interesante lo que planteas respecto a los dilemas éticos que están detrás de los avances tecnológicos en la medicina, sorprende lo que mencionas respecto a la utilización de la inteligencia artificial para la detección de ciertos patrones y riesgos de salud mental. Efectivamente cabe la pregunta ética de hasta dónde avanzar con la automatización y robotización, y en qué medida se está generando un nuevo tipo de alienación humana o que consecuencias puede traer esto al mercado del trabajo (en general y de la mujer en particular).
El caso chileno en lo que respecta al avance tecnológico en el sector salud es bastante más modesto y menos controvertido. Por ejemplo, el proyecto de hospitales digitales introduce varios elementos de telemedicina para llegar a lugares remotos y para descongestionar los centros de salud, introduce agendas y recetas electrónicas, comparadores de precios de medicamentos, en fin una serie de dispositivos para modernizar la tradicional relación de medicina y pacientes. Sin embargo, la posibilidad de que se pueda sustituir el factor humano por inteligencia robótica es muy baja y probablemente poco deseada en las actuales circunstancias, quizás la pregunta es en qué tipo de actividades es adecuado exista asistencia robótica, sólo un solo ejemplo: hay varias cirugías que son asistidas desde hace varios años por un ordenador por la precisión que involucran estás actividades, en consecuencia la respuesta a tu dilema ético probablemente sea un depende.
Cuestión distinta es el efecto de la automatización en el mercado del trabajo, no existe aún suficiente evidencia de su impacto en Chile, aunque ya hay efectos en ciertas industrias que están automatizando tareas rutinarias por inteligencia artificial, los mejores ejemplos que se me vienen a la mente quizás sea el caso financiero y algunos tipos de faenas mineras. En fin el tema da para bastante, te recomiendo esta otra publicación del BID se denomina Robotlucion: el futuro del trabajo en la integración 4.0 de America Latina https://publications.iadb.org/handle/11319/8487
Si bien estoy de acuerdo con usted en cuanto a los avances que existen en el país en torno a la medicina, los cuales son más bien simples, que en su mayoría llevan servicios a lugares más remotos o a personas con bajos recursos, y por tanto son un gran beneficio para la sociedad. Pero tampoco debemos quedarnos con el dato del bajo avance tecnológico en el sector de la salud en el país, creo que es necesario que comencemos a cuestionarnos estos tópicos, sobre todo como cientistas sociales, ya que deberíamos adelantarnos un tanto a esta revolución y comenzar a pensar políticas públicas, en materia de salud por ejemplo, que estén de acuerdo con los futuros cambios y no se vean gravemente afectados temas de empleo o éticos.
saludos!
A buenas y a primeras, tengo la impresión de que los avances tecnológicos, ya sea en la medicina o cualquier otro ámbito, no pueden considerarse éticos/no-éticos. Creo que no podemos atribuirle un componente moral a la existencia y al desarrollo de determinados objetos materiales que carecen de voluntad o libre albedrío. Lo que sí podemos hacer, no obstante, es indagar el trasfondo (económico, social, cultural, histórico, etc.) en el que se sitúan tales avances tecnológicos. En otras palabras, siempre está bien avanzar. La pregunta es hacia dónde avanzamos.
En este sentido, a mi parecer, la cuestión de hasta qué punto son éticos los avances en la medicina se responde contestando preguntas como cuál es el objetivo que se persigue con el desarrollo de la tecnología y cuál es el impacto que tal tecnología tiene -o puede tener- en la sociedad.
Por ejemplo, en el caso de los chatbots entrenados en conceptos de terapia cognitivo conductual, ¿su función es reducir los costos de tener pagarles a profesionales capacitados para realizar diagnósticos de depresión? ¿O buscan aumentar la precisión y efectividad de tales diagnósticos? Tal como planteas, no creo que el vínculo humano pueda ser reemplazado artificialmente, sobre todo en disciplinas tan vinculadas a las emociones y a las historias de vida como lo están la psicoterapia y la psicología. Sin embargo, la preocupación de fondo es si los pacientes -quienes debiesen ser el foco central de la medicina- se ven beneficiados o perjudicados con el desarrollo de estas tecnologías.